sábado, 20 de agosto de 2011

¿Son ellos unos capullos o nosotras unas ingenuas? Parte 2

¿Y cómo encontrar entonces a esa otra persona y seguir siendo felices? Ahí se quedó el post anterior. La respuesta: pues teniendo las cosas claras.

Todo el que ha estado de verdad enamorado alguna vez sabe que el amor no se elige, te elige a ti. Yo sin ir más lejos siempre me fijaba en tíos que medían 3x3, morenos y de ojos marrones. ¿Adivináis como es mi chico? De mi altura -un 1cm más según él- castaño claro y con unos ojos azules impresionantes. A nosotros nos va bien. Llevamos 5 años de momento y somos muy felices ¿por qué? Porque tenemos las cosas claras. Yo venía de una larga y tormentosa relación y tenía muy claras algunas cosas que no dudé en defender desde el primer momento y que él siempre ha respetado, entre ellas algunas son estas:

- Busco alguien que se comprometa, no me van los rollos ni el sexo casual.

- Cada uno tiene que estar siempre por encima del otro (salvo enfermedades, claro). Es decir, yo tengo que mirar de encontrarme bien siempre emocionalmente hablando. De ser feliz, y luego ya te buscaré a ti y seremos felices juntos. Pero no esperes que yo te haga feliz, no voy a hacer cosas sólo para hacerte feliz. Sólo haré lo que yo quiera hacer, nunca lo que se espera que haga.

- Quiero que te preocupes de ser feliz, de estar bien. No quiero preocuparme por ti. Conduce con cuidado, haz deporte y cuando te encuentres mal cualquier cosa que necesites pídemela. No esperes a que yo te la ofrezca.

- Siempre nos diremos lo que pensamos, sin censura. Al fin y al cabo así es como somos y no tenemos que intentar agradar al otro, ya estamos juntos, nos enamoramos tal y como somos, no hay necesidad de engaño.

- Si quieres, esperas o necesitas algo, dímelo. No sé leer el pensamiento.

A nosotros de momento nos funciona de maravilla. Tenemos nuestras cosas como en todo tipo de relación pero siento que estamos muy unidos y sabemos ser felices juntos y separados. Muchas de mis amigas me han confesado en más de una ocasión que sienten envidia sana y que he tenido la puñetera suerte de encontrar a uno entre un millón. No lo dudo, para mí él es único. Pero como todos, no? ¿O es que hay alguien más exactamente igual que nosotros en el mundo? Siempre me preguntan el secreto y yo no dudo en contestar: ser uno mismo siempre, al 100%. Si alguien se enamora de ti ha de ser por cómo eres, no por cómo le gustaría a esa persona que fueras (esa es otra persona, no eres tú). Lo que pasa es que a veces no escuchamos lo que nos dicen los chicos y se nos meten por los ojos y nos empeñamos en seguirles el rollo cuando en realidad queremos que ellos sigan el nuestro y cuando no lo hacen, nos duele y encima les llamamos cabrones.

Si soys de los que a menudo tenéis este tipo de debate quizá os guste la conversación que viene a continuación. Es de la peli Un conejo sin orejas, que para mi sorpresa me encantó. Os pongo en contexto:

Ana y Ludo hablan de las relaciones. Ana le está contando el fracaso que resultó su última relación y por la que ha tirado la toalla con los hombres:

Ana: (…) Y al final… se fue con ella y con el bebé. Lo hice todo por él. Y después quedé como una imbécil por culpa de un cabrón.

Ludo: Ninguna relación funciona cuando te engañas a ti mismo. O quien tiene la batuta deja al otro porque se aburre como una ostra y le pierde todo el respeto. O el otro acaba dándose cuenta de que hace el imbécil y se ha entregado por completo y no le queda nada para él y lo deja. Mira, al final has aprendido algo muy importante.

Ana: Sí, que soys unos capullos y nos amargáis la vida.

Ludo: Ningún hombre te podrá hacer feliz si tú no lo eres antes. Ana, tienes que alcanzar tu propia felicidad. Es egoísta quedarte todo el día en casa, amargada, esperando que sea la otra persona la que te haga feliz constantemente. Además, ser feliz siempre es imposible. Yo tampoco me paso el día diciendo “eh! La vida es la leche!”. No entiendo por qué la gente quiere ser feliz a todas horas.

Ana: Todo eso está muy bien Ludo. Pero no sabes lo qué es una relación. ¡Tú buscas sexo!

Ludo: ¿Crees que nunca he tenido relación? Por eso estoy solo. Porque es difícil encontrar a alguien con las ideas claras. Alguien feliz. Alguien que no espere siempre que sea yo quien le haga feliz. Y que, si es infeliz, no me responsabilice a mí de eso.

(…)

Ana: Lo que ocurre es que no quieres compromisos, sólo quieres sexo.

Ludo: ¿Y por qué no? Es diverdido.

Ana: ¿Qué pasa con las chicas con las que te acuestas? ¿Ellas también se divierten?

Ludo: No se me ha quejado ninguna. (sonríe)

Ana: Se quedarán en casa con el corazón roto y pretendes que te den las gracias por hacerlas infelices.

Ludo: ¿Por qué piensas que se enamoran de mí?

Ana: Es lógico. Las mujeres somos así.

Ludo: Las mías no. Esa es la cuestión. Las mías son mujeres adultas que saben lo que hacen. Yo dejo las cosas claras al principio.

Ana: Por mucho que dejes todo claro al principio las cosas cambian. A lo mejor yo me acuesto un día con un tío y se queda en eso. Fantástico, un rollo de una noche. Genial. Funciona. Pero ¿y si me gusta y repetimos? Entonces pienso: “oye, si hasta ahora la cosa nos va bien a lo mejor tiene algo más que ofrecerme” Y si volvemos a repetir, siempre acabamos enamoradas.

Ludo: ¿Tu crees?

Ana: ¡Sí! Aunque aclares mucho las cosas eso no te permite comportarte como un capullo y que te olvides de que tienes una responsabilidad.

Ludo: ¡¿Pero qué responsabilidad?! La tendría si estuviera saliendo con una mujer, pero si desde el principio le advierto: “oye, disfrutemos pero no quiero compromisos”. No hay responsabilidad. ¡Y no soy un capullo! La que no lo comprenda, que no se meta.

Ana: Pues… te quedarías sin sexo.

Ludo: ¡¿Qué quieres decir?!

Ana: ¡Qué ninguna lo comprendemos! Pero hacemos como que sí. Mira, tú dices: “eh! Sólo quiero divertirme”. Y ella dice “¡Síiii divirtámonos!!” Pero piensa “está claro que me lo dice porque después de estar con las petardas con las que ha estado ignora que soy la última coca-cola en el desierto y cuando se de cuenta cambiará”. Y mientras tú te aferras a que lo has aclarado, los sentimientos de ella han ido evolucionando y tú sigues quedando como un capullo.

Ludo: Osea que al acostarme con ellas quedo como un capullo. Y si dejo de ser un capullo, ¿se acabó el sexo?

Ana: Sí.

Ludo: ¡Pues seré un capullo!

Ana: No lo dudaba

¿Os resulta familiar? A mi sí. Es el tipo de conversación que ha surgido montones de veces entre amigas cuando una acude a lamerse las heridas por el cabrón de turno. Por cierto, la peli es una comedia romántica y me gustó mucho, me pareció muy divertida y refrescante. Os dejo el trailer por si os apetece y si la véis recordad: ¡apunta siempre a Blancanieves! jejejeje





¿Son comunes este tipo de conversaciones en vuestro grupo de amigos? ¿Qué pensáis al respecto? ¿Somos nosotras unas ingenuas o ellos unos cabrones? ¿alguna vez has querido ser la última coca-cola?

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