domingo, 16 de diciembre de 2012

Navidades en familia: ahora y antes

Llega la navidad y con ella las reuniones familiares y las comilonas. Reconozco que nunca me habían gustado estas fechas hasta hace dos o tres años. Bueno, no me gustaban las reuniones familiares porque el día de Reyes siempre ha sido mi favorito del año. Pero hoy no quiero hablar del día de Reyes, sino del resto de fiestas navideñas. Siempre me han agobiado porque era un período del año en que te juntabas con familia que apenas veías el resto del año y porque la preparación de las celebraciones en casa nos estresaba a todos tanto que acabámos discutiendo y medio enfadados por ver quién ponía la mesa, a quién le tocaba ir a comprar el pan, quién tenía que ayudar más en la cocina, limpiar, madrugar, etc. Era un período donde entre comidas y cenas se juntaban muchas reuniones familiares seguidas en muy pocos días y encima se comía tanto que uno se encontraba tan indigesto que incluso se llegaba a desear que acabaran cuanto antes. 

Todos estos sentimientos no habían estado ahí desde siempre si no que se empezaron a forjar en la adolescencia. Recuerdo que cuando era perqueña me encantaba la navidad y juntarme con mis primos, mis tíos, cantar villancicos, hincharme a turrón y nueces, etc. Pero en la época en que terminaba el colegio y empezaba el instituto empecé a agobiarme con todo esto. Y no era la única. A mis amigos les pasaba igual y, probablemente, a la mayoría de los adolescentes de otros países también les ocurría igual. ¿Por qué me agobiaba tanto la navidad de repente? Porque en la adolescencia todo cambia y cambia de golpe, y la verdad, es que suerte tenemos de superarla con los años porque son tantas cosas de repente que da para volverte loco. Lo llaman "la edad del pavo" porque vas como atontado por la vida, abrumado, indeciso, sobrepasado por la cantidad de información que estás recibiendo del mundo a la vez que tu cuerpo está sufriendo multitud de cambios como si fueras un robot transformer. ¿Y entonces qué pasa? Que sientes que los adultos no te entienden y los únicos que te comprenden -y además al 100%- son tus amigos (porque a ellos les pasa igual). Entonces te sientes tan afín a tus amigos y los ves tan a menudo y tenéis tal nivel de confianza que de repente tus amigos suben en tu escala de prioridades de la vida y los consideras tu verdadera familia. ¿Cuántos no nos hemos enfadado con nuestros padres más de una vez y les hemos acabado gritando que ellos no son nuestra familia sino que nuestra familia en realidad son nuestros amigos? Y, claro, nuestra lógica adolescente nos hace llegar a la conclusión de que si la navidad es tiempo de compartir con la familia pues tu quieres pasarla con la tuya, tus amigos. Entonces te enfadas con tus padres y les dices que estás harto de tus tíos, primos, abuelos, etc y que lo que quieres es irte con tus amigos -que son tu familia-. Típica riña adolescente, ¿a que sí? La mayoría de los hogares han vivido esta situación. Tus padres te explican que los amigos van y vienen pero que la familia siempre está y estará ahí. Lamentablemente este pequeño discurso se convierte en una pérdida de tiempo y palabras. Un adolescente no tiene suficiente madurez para entender esta situación y encima cree que le estás vendiendo la moto y se enfada más porque "tú no le entiendes". No entiendes que él se pasa todo el día pegado a sus amigos compartiendo sus miedos, inquitetudes, ilusiones, curiosidades, etc. Se lo cuentan todo, lo experimentan todo juntos y comparten la mayor parte del día. 

Años después se acaba el instituto y uno cambia el rumbo: universidad, módulo, trabajo, etc. La cuestión es que las nuevas obligaciones que vienen con este cambio de etapa hacen que ahora tengas un poco menos de tiempo para tus amigos y no te pases el día pegado a ellos. También es una época en que la amistad juega un papel importante pero ya se va convirtiendo poco a poco en el tipo de amistad adulta. Una amistad que ya no consiste en estar todo el día pegados, donde además se le empieza a dar importancia a la pareja y ahora tu amiga de toda la vida no puede quedar contigo el finde porque tiene planes con su novio. No todos tus colegas de la uni se apuntan a un plan de nochevieja porque algunos viven fuera y regresan a sus hogares en navidad, otros ya tienen planes con "otros" amigos, otros trabajan, otros se van de viaje, etc. Lo de amistad = a estar todo el día pegados y compartirlo todo ya no es lo que era. 

Entonces llegan de nuevo las fiestas navideñas y vienen tus tíos y te preguntan por tu vida y tú les cuentas tus proyectos y tus ilusiones y ellos se alegran por ti y te animan y ya las fiestas de navidad no son tan pesadas como eran antes. Hasta que con el paso de los años tienes te independizas y entre trabajo, casa y demás obligaciones a penas tienes tiempo de ver a tus padres y hermanos así que ya no te digo nada sobre el resto de familia a lo largo del año. Entonces, la navidad de repente se convierte en la época del año para bajar un poco el frenético ritmo diario y aprovechar para sentarse a la mesa con tu familia y echarte unas risas. Entonces no te importa ayudar a tu madre en la cocina, incluso te encargas tú de traer el pan y te ofreces el primero para ayudar a poner la mesa. Cuando llegan los invitados los recibes con ganas y a pesar de la indisgestión que suele acompañar estas fiestas, te saben a poco los días señalados en el calendario y desearías que hubiera un par de ellos más para estar todos juntos. Los años pasan y desgraciadamente ya no siempre nos podemos sentar todos a la mesa. Hay asientos que siempre estarán vacíos y tú los echarás de menos y te sentirás un miserable por haber desperdiciado ese tiempo a su lado cuando eras adolescente. Así que te prometes que a partir de ahora disfrutarás más de la familia e intentarás transmitirle este aprendizaje a tus hijos, los cuales -seguramente- te harán pasar a ti por lo mismo que tú hiciste pasar a tus padres.

Todos estos pensamientos me vienen a la cabeza especialmente en estas fechas tan cercanas a las celebraciones familiares. Pero también surgieron el otro día cuando estaba dando clase. Le daba clase a una chica de 29 años y el ejercicio era hablar de cosas que nos gustaban y cosas que no. Así que le pregunté por la navidad: no le gustaba nada. Lo odiaba todo. Le comenté mi opinión personal acerca de lo absurdo que es ser atea y celebrar estas cosas pero que yo lo hago con ilusión porque no miro ese transfondo si no que aprovecho para estar con mi familia que bastante nos cuesta reunirnos todos el resto del año. Ella comentó que no le gustaba estar con su familia, que no era nada familiar y que prefería celebrar las cosas con sus amigos. No conozco mucho a nivel personal a esta alumna, pero ya llevo un año y medio con ella y mi sospecha se ha confirmado: a raíz de estos comentarios y otros cambios personales que está llevando a cabo ahora en su vida, me da la impresión de que es alguien que todavía está dando el paso. No ha alcanzado todavía la madurez. Me refiero a la madurez que te da la vida cuando te das cuenta de cuáles son en realidad las cosas importantes de la vida, no cuáles eran las que a ti te gustaban que fueran. Esto es una opinión personal, por supuestísimo, pero para mí un síntoma de madurez es saber valorar a tu familia (con sus pros y sus contras), querarla y disfrutarla mientras estemos todos juntos porque por desgracia no siempre va a ser así. Y los amigos son muy importantes, claro que sí, pero a mis amigos -aunque también los veo en estas fechas- nos les doy el puesto nº1 en mi escala de valores en la vida. Mi familia es lo más importante y quiero disfrutar de ellos todo el tiempo que pueda y brindar porque al año siguiente sigamos estando todos juntos y sanos.

 ¿Qué opináis vosotros? ¿Pensáis que inclinar tanto la balanza a favor de los amigos frente a la familia es un síntoma de inmadurez? ¿Cómo son vuestras celebraciones navideñas?

Espero seguir escribiendo en breve pero por si acaso... OS DESEO A TODOS UNA FELIZ NAVIDAD Y UNAS FELICES FIESTAS FAMILIARES!! :)

lunes, 19 de noviembre de 2012

Un precio demasiado alto, inadmisible

¿Qué observaciones haríais si os preguntara qué grandes diferencias encontráis entre las siguientes fotos de Kirstie Alley?


Probablemente las respuestas más comunes serían: un gran aumento de peso o los estragos que provoca en ocasiones el envejecimiento. No estaríais equivocados, desde luego. Sin embargo, hay algo que a mí me llama más la atención, hay algo que veo en ellas que me sobrecoge: un abandono. Esta mujer, como muchísimas otras, se ha abandonado. Ha dejado de cuidarse, de quererse, de sentir que se merece las cosas, de figurar la primera de la lista en sus prioridades de vida. Y es que esto es algo que por desgracia nos pasa a más de muchos. Algunos no lo ven nunca, otros lo ven tarde y otros tenemos la suerte de verlo a tiempo de ponerle remedio.

Como habréis observado estos meses he estado desaparecida. No es la primera vez que me pasa. Espero que sea la última. ¿La razón? Que se han ido juntando tantas cosas que me han invadido y he acabado relegándome a mí misma al último lugar de la lista. Han habido muchos cambios, y entre ellos cambios importantes: me he independizado, he superado el mayor de mis miedos, se han roto algunos lazos y se han creado otros, ha habido momentos preciosos, otros horribles, otros... muchos. Pero eso no es excusa. Nada es excusa para que haya dejado de prestarme atención a mí misma y mucho menos durante tanto tiempo. Hace más de un año que no pienso en mí, que no me cuido, que no me mimo, que no hago deporte, que no quedo con mis amigos, que no tengo vida de pareja, que... hace tanto tiempo que me está costando encontrarme en este nuevo lugar. 

Ha pasado mucho tiempo desde que no me veía a mí misma entre tantas obligaciones, compromisos, etc y en el fondo sabía que ese abandono me pasaría factura física y emocionalmente algún día. En el fondo de mi lo sabía, sólo que no quería afrontarlo (no tenía tiempo). Fue entonces, hace unos días ordenando fotos que me di cuenta: había fotos mías que mostraban el daño que me estaba haciendo a mi misma. Yo también tengo fotos similares a las de arriba de Kirstie. No me lo esperaba. No es que yo nunca hubiera sido una top model pero estaba bien, dentro de un peso saludable, me sentía bien conmigo misma, me cuidaba, me mimaba, me prestaba atención. Ahora ya no. Me puse a llorar de la rabia y la pena que me dio haberme maltratado tanto. Sentí lo mismo que siento al ver la foto de arriba, pena por alguien que se ha abandonado, alguien que ha dejado de luchar y de creer en sí misma, alguien que es invisible para sí misma. 

Esto no es nada nuevo, por supuesto. La mayoría de seres humanos pasamos por momentos comunes en la vida. Momentos en el que nos abandonamos y dejamos de cuidarnos. Puede ser a causa de una depresión, por el nacimiento de un hijo, por exceso de trabajo, por mil cosas. Pero a todos nos pasa que no sólo ganamos unos kilos sino que nuestro aspecto se ve desmejorado, refleja nuestra saludo física y emocional.

Hace meses descubrí ese programa de la MTV - Ya no estoy gordo- donde muestran en forma de docu-reality el cambio en cuestión de meses que algunos adolescentes hacen en sus vidas gracias al programa que les facilita un entrenador personal y un equipo de dietistas. Otro día hablaré más de este programa que me pareció interesante por varios motivos. La cuestión es que ninguno de estos adolescentes obesos era feliz estando gordo. Su aspecto era el reflejo de algún problema serio y su aspecto era el resultado de una mala gestión de este problema. Eso que dicen de que los los gordos son felices es una mentira como una catedral. Nadie es feliz si no se cuida, si no se siente atractivo, ligero, flexible y lo mejor de todo que te da el deporte, el cuidarte y el dedicarte tiempo: ilusión y ganas. 

Volviendo a mi caso, después de un par de días dándole vueltas y un fin de semana de "relax" he empezado a actuar. El problema principal problema actualmente es que sigo teniendo un exceso de trabajo acumulado y no he podido ajustarme a mi nueva rutina. La consecuencia más seria es que está afectando a mi salud en forma de gripes, infecciones, gastroenteritis, etc. Antes de ayer me salió una calentura tan grande en el labio que parecía que en cualquier momento rebentaría. Así que he decidido tomarme una semana de vacaciones forzadas para poner las cosas en orden. Actualmente tengo mucho trabajo dando clases particulares y si no trabajo no cobro, no es que me sobre el dinero pero desde luego lo que no me sobra es la salud. Prefiero hacer el esfuerzo de prescindir del sueldo de una semana que seguir trabajando encontrádome mal y gastándomelo en la farmacia para poder seguir el ritmo. Tampoco es que pudiera dar las clases, apenas se me entiende cuando hablo y tengo un aspecto un poquito... desagradable. Así que lo primero que he hecho ha sido avisar a todos los alumnos y mandarles faena por e-mail. Es lo que me pedía mi subconsciente para quedar en paz conmigo misma respecto a esta semana. Lo segundo ha sido hacer deporte. He retomado mi bici estática y mi cinta de correr. Al principio pensé que no llegaría a los 2 minutos pero aún así he seguido y he conseguido la meta de los 20. Me he sentido como una diosa de potente y como una pluma de ligera. Todavía no me entra en la cabeza que me cueste tanto ponerme a hacer deporte con lo bien que sienta. Lo siguiente ha sido ponerme a escribir aquí. He echado de menos este blog cada día que ha pasado. Este es mi ratito, para mí. Donde exorciso mis demonios, donde comparto mis preocupaciones, mis ideas, mis descubrimientos, donde hablo conmigo misma y con el mundo. Es como mi sesión de autoterapia. Sienta fenomenal echarlo y encima cuando alguien te contesta te duplica el subidón de adrenalina. Se lo recomiendo a todo el mundo, tener un sitio donde desahogarse es una de las mejores medicinas (y gratis!). Los siguientes pasos son eliminar mis lista de cosillas pendientes que no me dejan descansar cuando llego del trabajo y luego ponerme a adelantar faena para ir más desahogada el resto del año. No es que vaya a solucionar el año entero haciendo esto pero necesitaba una pausa que me permitiera ponerme al día. Lo fundamental de todo esto va a ser la vuelta al deporte, y no sólo para adelgazar, sino para volver a sentirme que me cuido, que me quiero, que me merezco el puesto nº1 de mi lista de prioridades. Quiero empezar a dejar de sentir pena de mí misma cada vez que me miro al espejo, dejar de ver el abandono y empezar poco a poco a ir observando la recuperación. 


Engordar 20kilos casi nunca es una cuestión de estética, es una cuestión de salud: salud física pero también emocional. Es el precio que pagamos por el motivo que nos ha llevado a esta situación: una depresión, un posparto, un exceso de trabajo, etc. Un precio demasiado alto, un precio inadmisible. A veces uno tiene la mala suerte de no darse cuenta de ello pero cuando uno se vuelve consciente tiene que decir ¡basta! Yo ya he puesto punto y final a mi período de abandono, ¿y tú? ¿te cuidas lo suficiente? La salud es algo que no se puede posponer, todo lo demás sí. No pagues con salud. 

Este post es para mí y para aquellos que se encuentran en una situación similar, si no te gusta tu vida cámbiala, todo es ponerse. En cuanto des el primer paso, todos los demás vendrán detrás y ya estará cambiando. Nadie se merece ser infeliz, sobretodo nadie que tenga buen corazón y quiera a los demás. Igual que aprendemos a querer a los demás con sus virtudes y defectos tenemos que empezar a querernos a nosotros mismos. Desde ya, no desde mañana, ni desde el lunes. Empieza ahora mismo a cambiar todo aquello que no te guste de tu vida. ¡Ánimo!


jueves, 16 de febrero de 2012

Las plataformas vibratorias NO adelgazan

Lo repito: las plataformas vibratorias NO adelgazan. ¡Uff! ¡Qué ganas tenía de escribir este post! Hace tres años me regalaron para reyes una plataforma vibratoria (os pongo la foto). Yo la quería por muchas cosas, pero sobretodo porque tenía entendido que va muy bien para reactivar la circulación y como por mi trabajo me paso muchas horas sentada pensé que me vendría genial. Y así ha sido. Las plataformas vibratorias son máquinas de masaje pensadas para eso: masajear. Ahora bien, ¿qué beneficios tienen? Pues voy a ir comentando a grosso modo la mayoría que he leído anunciados y os doy mi opinión:
- Mejora y reactivación de la circulación (normal, de estar quieta a que por el medio que sea tu cuerpo se mueva de alguna manera... y encima el tema de la vibración reparte bastante el movimiento sin ser brusco).
- Drenaje linfático (bueno, bueno... un poco sí, la verdad te subes y de tanto tikitikitiki te bajan los líquidos PERO no es milagroso; no te vas a quitar de encima tu retención de líquidos con esto, te ayuda igual que te ayuda practicar cualquier ejercicio o incluso caminar. Nada más).
- Tonificación (Psss yo no diría que tonifica, para mí tonificar es endurecer y mantener sanos y activos los músculos. Sin embargo, con el movimiento reactiva la sangre de todo el cuerpo y menos es nada).
- Adelgazar (Ni de coña. Por mucho que te subas a una plataforma, te pongas una crema reductora, una faja o un aparato cualquiera de electroestimulación no te hace adelgazar. Para adelgazar la fórmula no tiene misterio: gastar más calorías de las que ingieres. Y que te hagan un masaje no hace que gastes calorías te lo aseguro)
- Relajación (Sí, eso sí. Un masajito destensa y te relaja el cuerpo. Aunque cuidado porque hay plataformas que tienen potencias super bestias y hay niveles a los que deja de ser agradable que te meneen)

Mmm esas son principalmente las características que más se me vienen a la mente con tanto anuncio de plataforma. Y es que basta con poner en google "ejercicios para adelgazar plataforma vibratoria" y te encontrarás con miles de páginas donde te aseguran que haciendo el ejercicio tal o cual perderás peso. A ver, no vas a adelgazar con la plataforma, al menos no con la plataforma exclusivamente. Que mucha gente se zampa comidas 3 en 1 y se sube 10 minutitos en la plataforma y te dicen "no funciona". Ya, ya... normal, nada funciona si no pones de tu parte. Quiero decir que tampoco es que sean inútiles, sino que se pueden utilizar como complemento en el deporte. Obviamente, si nos imaginamos por ejemplo a una persona totalmente sedentaria que nunca hace nada de ejercicio y un día se compra una plataforma y se pone a practicar los ejercicios que le vienen en la fotocopia 10 minutitos al día 3 veces por semana seguramente adelgazará. Pero no por la plataforma en sí sino porque ha roto su sedentarimos para hacer ejercicios tres veces por semana aunque sean 10 minutos y eso es más de lo que hacía antes, da igual que fuera en la plataforma que en la bici estática que en la escalera de su casa.

Por ello, insisto en que sí son un buen complemento deportivo y supongo que por ello en la publicidad siempre dicen que el deportista tal o el equipo x lo usan a diario. Yo también la uso de ese modo y me va de coña. Antes de empezar a hacer ejercicio estiro un poquito y me subo a la plataforma en un programa flojito para que me ayude a reactivar la circulación y a ir espabilando los músculos. Luego cuando me pongo a hacer ejercicio ya llevo parte del calentamiento ganado, y noto los músculos mejor (como menos reticentes a sufrir un tirón). Después de hacer deporte también me subo pero pongo otro programa un poco más fuerte porque ya estoy en caliente y me ayuda a masajear los músculos. Te quedas nueva. ¿Te imaginas venir de correr y que te espere el masajista en la puerta? Aunque no sea Miguel Ángel Silvestre si sabe dar un buen masaje es que te quedas tan a gustito... pues eso es lo que hace por ti tu plataforma vibratoria (siempre puedes ponerle una foto de un tío bueno jejeje).

En resumen: yo estoy muy contenta con mi plataforma y no me desilusioné porque en ningún momento la vi como un medio para adelgazar. Principalmente la uso para darme masajitos casi diarios después de la ducha, o por la noche, o cuando llevo muchas horas sentada y también como complemento a la hora de hacer deporte como he explicado antes.

Espero que esto os despeje dudas si estáis pensando en compraros una plataforma ;) Ah! Se me olvidaba, ahora la mayoría son así pero elegir la plataforma oscilante (no sólo vibrante) porque la oscilante es la que hace la función de masaje la otra es como si te subieras a una batidora gigante y sales con más dolor de cabeza que relax :P

viernes, 10 de febrero de 2012

La ola de frío ya se va y se lleva el mal rollo ;)

Ansiedad, tristeza, desgana, apatía,... todos estos y otros muchos que se podrían guardar en el mismo saco suelen ser sentimientos que experimentamos con más frecuencia o intensidad en las etapas del año donde recibimos menos luz solar. Hay muchas teorías respecto al tema y yo misma he hablado sobre él en varias ocasiones en el blog. El caso es que el verano tiene infinidad de cosas buenísimas como los helados o los baños en la playa o la piscina; pero, sin duda, una de sus ventajas más espectaculares es cómo nos afecta la luz y el calor solar (no sólo a nuestro cuerpo sino también a nuestra salud emocional). Confieso que la primavera y el verano son mis épocas favoritas del año y tacho los días del calendario esperando su llegada. Sin embargo, confieso que no siempre ha sido así. Esto es una novedad en mi vida desde unos... seis años. Hasta los 23 y sobretodo durante toda mi adolescencia (que a veces pienso que fue más larga que la de los demás) mi época del año favorita era el otoño y sobretodo el invierno. Me encantaba encerrarme en casa y pasar la tarde leyendo o viendo la tv arropada con una manta. Ahora me doy cuenta de lo tristes que fueron esos años y de la depresión que no tenía ni idea que tenía. Aunque soy cariñosa y amigable nunca me han gustado los follones ni la gente a mogollón, siempre he sido de evitarlos y he preferido el calor en petit comité. Por eso pensaba que mi devoción por el invierno se debía a mi "solitaria" personalidad. Ahora me doy cuenta de que lo que más me gustaba era que evita el contacto con el resto del mundo. Me aislaba. No es que haya cambiado radicalmente, me sigue gustando disfrutar de ratos a solas pero por suerte todo cambió y logré quitarme de encima aquella depresión. No es que ahora todo vaya de maravilla ahora pero me considero emocionalmente restaurada de aquello.


Todo esto viene a que últimamente son varias las personas que últimamente se sientes más tristes de lo normal, apáticas, estresadas, etc. Hace unos días lo leía en el blog de Rebeca, ayer me lo comentaba una amiga y hace un rato he visto esas sensaciones en mi chico (el chico que tiene más paciencia del mundo). Empiezo a pensar que aunque cómo está el mundo, España, y la puñetera crisis nos están afectando a todos también tiene que ver este frío que ha llegado de golpe. Llevábamos un invierno bastante primaveral y de repente ha llegado el frío con los cielos cubiertos y la privación de la poquita luz que teníamos y nos ha metido el mal rollo en el cuerpo. Desde luego, mi situación actual - como la de la mayoría- no es la mejor de mi vida ni de coña: sigo condenada a vivir con mis padres pese a que la casa hace tiempo que se me quedó pequeña, la Generalitat nos ha dejado en la calle a mí y a miles de compañeros y parece que el tema va para largo, sigo dando clases particulares como cuando tenía 15 años y me siento igual de "pequeña", apenas con un poco de suerte veo a mi novio los sábados por la tarde y no tengo vida privada porque no me quedan horas. Y para colmo la gente de mi alrededor se me queja porque no quedo con ellos. Si me pongo a pensar en todo eso me agobio, me entra tal ansiedad que ni con una hora de footing se me quita. Y lo peor es que ninguno de esos problemas depende de mí. Yo no puedo hacer nada por solucionarlos y seguirán así mientras la crisis siga en nuestras vidas. ¿Qué hacer? Dos opciones: opción a) obcecarse en darle vueltas a ver si llego a algún lado, pero como no depende de mí es como dar vueltas en círculo. Opción b) intentar no pensar y cuando a tu cerebro le de por machacarte sacando el tema una y otra vez: tomarse unos minutos y buscar algo que te motive. Ahora mismo y tal y como están las cosas sólo hay una que me motive: la llegada del verano. Es una sensación que me esfuerzo en vivir desde ya. Voy notando cómo cada día ganamos unos minutos más de luz y lo celebro cada día. Me pongo a evocar recuerdos: sensaciones, olores, costumbres, fotos mentales,... todo lo que tenga que ver con el verano. Pienso en las barbacoas, la playa, la paella, los paseos al sol, la canción del verano, la operción bikini de todos los años, los paseos por la noche con la fresquita, las tapitas con los amigos en una terraza, las canciones cañeras, las ensaladas, los helados, las pelis chorras, el olor del mar, las sonrisas de la gente que va por la calle, las risas en las reuniones familiares, los paseos por la orilla, ... pienso en todo eso y entonces sonrío. Sonrío porque el frío sólo durará unos días pero el verano ya está llegando y por mucha crisis que haya y por muy mal que esté todo nadie nos puede quitar el verano, el sol y el cambio de aires respecto al resto del año. Esa es mi motivación en estos momentos, una motivación de pobre (lo sé) jejeje Pero de una pobre más que busca la manera de no dejarse hundir por esta situación tan injusta que estamos sufriendo todos. Para sobrevivir día a día, lo que mejor me funciona es pensar sólo en hoy y como mucho en mañana. Así que por hoy, os dejo una foto que me ha hecho reírme un rato porque es verdad!!



¡Ánimo que esta ola de frío ya se va! ¡Qué hoy hace un día precioso y dentro de nada será verano y todo se hará más llevadero!


viernes, 3 de febrero de 2012

La teoría fallida del "todo en uno"

Más de un mes desde mi último post sin aparecer. ¿Por falta de ganas? ¡Qué va! Tenía tantas ganas de venir a hablar de lo de Megaupload, de la gente que se entromete en tu vida, del secreto de una pareja estable (el mío), de lo muchísimo que apoyo y adoro a Anonymous, de la epidemia de gripe intestinal que hay en España, de lo que creo que nos espera sobre la crisis en 2012, de uno de mis regalos más geniales que me han traído los reyes, de.... Lo que pasa, lo que me pasa a mí, es lo que le ocurre a la mayoría de mujeres que conozco (de todas las edades). Que somos capaces de sacar tiempo de donde sea para cualquiera que no sea nosotras mismas. Siempre encontramos un hueco que no existía para una amiga que nos necesita, el novio, un hermano, una vecina, y un laaaargo etcétera de personas cuyas necesidades anteponemos a las nuestras. No sería la primera vez que me he tenido que levantar a horas intempestivas para ducharme porque por la noche cuando me iba a duchar me llamó una amiga que necesitaba contarme algo ¿os ha pasado? Es la historia de mi vida. Ya lo expliqué una vez en otro post: procrastination. Lo posponemos todo por cualquiera que no sea nosotras. ¿Y los hombres? Hombre, como digo siempre, hay de todo en esta vida pero no es la tónica general que digamos. De hecho, yo creo que las mujeres tenemos colgado el cartelito de sexo débil porque nos debilitamos nosotras mismas. Somos nuestras peores enemigas: nos infravaloramos contínuamente, nos juzgamos con la peor de las mordacidades sin piedad y nos ponemos las últimas de nuestra lista. ¡A nuestros enemigos les tratamos mejor!

Eso es lo que me pasa a mí contínuamente y lo que me ha pasado este último mes: llegó la navidad, vino mi hermana con sus planes de boda y me puse mala una semana tras otra (es lo que tiene quedarse sin defensas, que pillas todos los virus que haya sin discrimar). Total que cuando se fue mi hermana volví a mis clases se me juntó el estrés de no haber tenido ni un segundo de paz ni intimidad en 3 semanas, el cuerpo debilichu y la falta de deporte que tanta falta me hace a nivel antiestrés y todo el trabajo que se supone que tenía que haber hecho en navidad sobre las clases junto con el que supone tres nuevos alumnos. ¿Y que hice yo? Pues intentar hacerlo todo a la vez, por supuesto. De hecho es mi teoría, de la cuál no me canso de verificar su falta de eficiencia, de que cuando lo tienes todo acumulado la solución es ponerse manos a la obra a piñón y agarrarse que vienen curvas: gimnasio, clases, preparar materiales, faenas de casa, animales domésticos, novio (que lo tengo medio abandonado), planes de boda a distancia -2a parte-, alumnos nuevos, preparar clases, ducha, depilarse, hacer la comida, llevar el coche al taller (el mismo coche que no se estropea nunca salvo cuando es el peor momento, claro está), ordenar la habitación, limpiar la casa, llamar a todo el mundo y escribir mails para felicitar el año (¡qué chorrada después de haberles felicitado la entrada de año dos días antes!), viajes a la farmacia en busca de vitaminas, uffff!!! Resultado--> ¿sabéis cuando hierve el agua en una olla y empieza a pitar amenazando con salirse o saltar la tapa por los aires? Pues así acabo yo siempre después de aplicar mi teoría del todo en uno. ¿Qué por qué lo sigo haciendo? Pues porque soy humana y no tropezamos dos veces con la misma piedra, tropezamos dos cientas. ¿Cuántas comemos algo sabiendo que luego lo vamos a pagar en forma de dolor de barriga? El que diga que sólo dos veces en la vida, miente (o no es humano). Porque los humanos somos tontos, no tanto como los perros -comparados con los gatos- pero ahí ahí vamos.

Bueno, y si siempre me pasa lo mismo ¿cuál es el siguiente paso? Pues forzar un paréntesis en tu ritmo vital. ¿Cómo se hace eso? Posponiendo o cancelando todo lo que sea posible. En este caso, viendo que no me recuperaba de una gastroenteritis que me lleva persiguiendo de forma intermitente desde principios de año y aprovechando la ola de frío siberiano he decidido "encerrarme" en casa unos días. Cancelé las clases a partir del miércoles y estoy encadenando 5 días para: 1) hacer dieta blanda y resguardarme del resto de virus que me tienen ganas detrás de la ventana; 2) ponerme a adelantar todo el trabajo que tenía atrasado a piñón (estoy haciendo jornadas de estudio al estilo de exámenes universitarios -de unas 12 o 13h horas contando intermedios); 3) ir introduciendo el deporte a en dosis pequeñísimas pero diarias; y 4) hacer esas pequeñas cosas para mí que llevo semanas posponiendo (ponerme una mascarilla de arcilla verde y retomar este blog). Todo ello, teniendo en cuenta 2 ejercicios de relajación al día obligados, está contribuyendo a restaurar el equilibrio en vida (¡eso espero!). El precio ha sido: perder dinero de las clases + posponer citas que me apetecían como cafés con amigas. Las amigas las recoloco en un par de semanas y el dinero, bueno, espero que no se malinterprete pero a pesar de que tengo un sueldo irrisorio (y en negro, claro) tengo claro que respecto a la salud el dinero no vale nada. Si tengo que pagar X euros por volver a encontrarme bien de salud, prefiero perderlos así de forma segura (sabiendo qué es lo que necesita mi cuerpo) que dándoselo a un tío para que me firme una receta milagrosa.

Soy consciente de que no todo el mundo puede hacer esto de tomarse un paréntesis. Y también sé que no siempre podré hacerlo. Pero es que me he hartado de "no hacer las cosas porque otros no puedan" o "porque pronto no podré y no hay que acostumbrarse". Este es un tema que provocó una discusión en toda regla con una persona "relativamente" cercana a mi entorno hace poco y al que todavía le doy vueltas (en el buen sentido): la vida es para vivirla, ahora, en el momento, como se siente, como uno cree y no para dejarse llevar por lo que la sociedad opina que deberías hacer. Como dice la cita:

Hay que vivir como se piensa. Si no,
se acaba por pensar en cómo se ha vivido.

Y nadie sabe mejor que una misma lo que necesita, lo que le conviene, lo que le hace falta. Yo necesitaba este paréntesis. Que por supuesto (como demuestra mi teoría del todo en uno) no resolverá las todas y dejará la lista a cero. Sin embargo, me ayudará a vaciar el vaso un poco, lo suficiente como para poder seguir manejándolo todo con calma, a un ritmo adecuado, no forzando la máquina por encima de sus posibilidades. De hecho, lo que estoy haciendo ahora se resumiría en otra cita que me encanta y que aplico muchísimo a mi vida:

Si un buen leñador tiene cinco horas para talar un árbol,
emplea cuatro en afilar el hacha.


FELIZ 2012 A TODOS!!! OJALÁ QUE VIVAMOS UN AÑO LLENO DE SALUD Y AMOR (A PESAR DE LA CRISIS, ESA SE ENCARGA DE DEJARNOS SIN UN EURO!)


Un abrazo a todos los que me leéis, soys como mis psicólogos invisibles ;)