lunes, 19 de noviembre de 2012

Un precio demasiado alto, inadmisible

¿Qué observaciones haríais si os preguntara qué grandes diferencias encontráis entre las siguientes fotos de Kirstie Alley?


Probablemente las respuestas más comunes serían: un gran aumento de peso o los estragos que provoca en ocasiones el envejecimiento. No estaríais equivocados, desde luego. Sin embargo, hay algo que a mí me llama más la atención, hay algo que veo en ellas que me sobrecoge: un abandono. Esta mujer, como muchísimas otras, se ha abandonado. Ha dejado de cuidarse, de quererse, de sentir que se merece las cosas, de figurar la primera de la lista en sus prioridades de vida. Y es que esto es algo que por desgracia nos pasa a más de muchos. Algunos no lo ven nunca, otros lo ven tarde y otros tenemos la suerte de verlo a tiempo de ponerle remedio.

Como habréis observado estos meses he estado desaparecida. No es la primera vez que me pasa. Espero que sea la última. ¿La razón? Que se han ido juntando tantas cosas que me han invadido y he acabado relegándome a mí misma al último lugar de la lista. Han habido muchos cambios, y entre ellos cambios importantes: me he independizado, he superado el mayor de mis miedos, se han roto algunos lazos y se han creado otros, ha habido momentos preciosos, otros horribles, otros... muchos. Pero eso no es excusa. Nada es excusa para que haya dejado de prestarme atención a mí misma y mucho menos durante tanto tiempo. Hace más de un año que no pienso en mí, que no me cuido, que no me mimo, que no hago deporte, que no quedo con mis amigos, que no tengo vida de pareja, que... hace tanto tiempo que me está costando encontrarme en este nuevo lugar. 

Ha pasado mucho tiempo desde que no me veía a mí misma entre tantas obligaciones, compromisos, etc y en el fondo sabía que ese abandono me pasaría factura física y emocionalmente algún día. En el fondo de mi lo sabía, sólo que no quería afrontarlo (no tenía tiempo). Fue entonces, hace unos días ordenando fotos que me di cuenta: había fotos mías que mostraban el daño que me estaba haciendo a mi misma. Yo también tengo fotos similares a las de arriba de Kirstie. No me lo esperaba. No es que yo nunca hubiera sido una top model pero estaba bien, dentro de un peso saludable, me sentía bien conmigo misma, me cuidaba, me mimaba, me prestaba atención. Ahora ya no. Me puse a llorar de la rabia y la pena que me dio haberme maltratado tanto. Sentí lo mismo que siento al ver la foto de arriba, pena por alguien que se ha abandonado, alguien que ha dejado de luchar y de creer en sí misma, alguien que es invisible para sí misma. 

Esto no es nada nuevo, por supuesto. La mayoría de seres humanos pasamos por momentos comunes en la vida. Momentos en el que nos abandonamos y dejamos de cuidarnos. Puede ser a causa de una depresión, por el nacimiento de un hijo, por exceso de trabajo, por mil cosas. Pero a todos nos pasa que no sólo ganamos unos kilos sino que nuestro aspecto se ve desmejorado, refleja nuestra saludo física y emocional.

Hace meses descubrí ese programa de la MTV - Ya no estoy gordo- donde muestran en forma de docu-reality el cambio en cuestión de meses que algunos adolescentes hacen en sus vidas gracias al programa que les facilita un entrenador personal y un equipo de dietistas. Otro día hablaré más de este programa que me pareció interesante por varios motivos. La cuestión es que ninguno de estos adolescentes obesos era feliz estando gordo. Su aspecto era el reflejo de algún problema serio y su aspecto era el resultado de una mala gestión de este problema. Eso que dicen de que los los gordos son felices es una mentira como una catedral. Nadie es feliz si no se cuida, si no se siente atractivo, ligero, flexible y lo mejor de todo que te da el deporte, el cuidarte y el dedicarte tiempo: ilusión y ganas. 

Volviendo a mi caso, después de un par de días dándole vueltas y un fin de semana de "relax" he empezado a actuar. El problema principal problema actualmente es que sigo teniendo un exceso de trabajo acumulado y no he podido ajustarme a mi nueva rutina. La consecuencia más seria es que está afectando a mi salud en forma de gripes, infecciones, gastroenteritis, etc. Antes de ayer me salió una calentura tan grande en el labio que parecía que en cualquier momento rebentaría. Así que he decidido tomarme una semana de vacaciones forzadas para poner las cosas en orden. Actualmente tengo mucho trabajo dando clases particulares y si no trabajo no cobro, no es que me sobre el dinero pero desde luego lo que no me sobra es la salud. Prefiero hacer el esfuerzo de prescindir del sueldo de una semana que seguir trabajando encontrádome mal y gastándomelo en la farmacia para poder seguir el ritmo. Tampoco es que pudiera dar las clases, apenas se me entiende cuando hablo y tengo un aspecto un poquito... desagradable. Así que lo primero que he hecho ha sido avisar a todos los alumnos y mandarles faena por e-mail. Es lo que me pedía mi subconsciente para quedar en paz conmigo misma respecto a esta semana. Lo segundo ha sido hacer deporte. He retomado mi bici estática y mi cinta de correr. Al principio pensé que no llegaría a los 2 minutos pero aún así he seguido y he conseguido la meta de los 20. Me he sentido como una diosa de potente y como una pluma de ligera. Todavía no me entra en la cabeza que me cueste tanto ponerme a hacer deporte con lo bien que sienta. Lo siguiente ha sido ponerme a escribir aquí. He echado de menos este blog cada día que ha pasado. Este es mi ratito, para mí. Donde exorciso mis demonios, donde comparto mis preocupaciones, mis ideas, mis descubrimientos, donde hablo conmigo misma y con el mundo. Es como mi sesión de autoterapia. Sienta fenomenal echarlo y encima cuando alguien te contesta te duplica el subidón de adrenalina. Se lo recomiendo a todo el mundo, tener un sitio donde desahogarse es una de las mejores medicinas (y gratis!). Los siguientes pasos son eliminar mis lista de cosillas pendientes que no me dejan descansar cuando llego del trabajo y luego ponerme a adelantar faena para ir más desahogada el resto del año. No es que vaya a solucionar el año entero haciendo esto pero necesitaba una pausa que me permitiera ponerme al día. Lo fundamental de todo esto va a ser la vuelta al deporte, y no sólo para adelgazar, sino para volver a sentirme que me cuido, que me quiero, que me merezco el puesto nº1 de mi lista de prioridades. Quiero empezar a dejar de sentir pena de mí misma cada vez que me miro al espejo, dejar de ver el abandono y empezar poco a poco a ir observando la recuperación. 


Engordar 20kilos casi nunca es una cuestión de estética, es una cuestión de salud: salud física pero también emocional. Es el precio que pagamos por el motivo que nos ha llevado a esta situación: una depresión, un posparto, un exceso de trabajo, etc. Un precio demasiado alto, un precio inadmisible. A veces uno tiene la mala suerte de no darse cuenta de ello pero cuando uno se vuelve consciente tiene que decir ¡basta! Yo ya he puesto punto y final a mi período de abandono, ¿y tú? ¿te cuidas lo suficiente? La salud es algo que no se puede posponer, todo lo demás sí. No pagues con salud. 

Este post es para mí y para aquellos que se encuentran en una situación similar, si no te gusta tu vida cámbiala, todo es ponerse. En cuanto des el primer paso, todos los demás vendrán detrás y ya estará cambiando. Nadie se merece ser infeliz, sobretodo nadie que tenga buen corazón y quiera a los demás. Igual que aprendemos a querer a los demás con sus virtudes y defectos tenemos que empezar a querernos a nosotros mismos. Desde ya, no desde mañana, ni desde el lunes. Empieza ahora mismo a cambiar todo aquello que no te guste de tu vida. ¡Ánimo!