Esta mañana he ido a caminar con una conocida. Es una ex-vecina (más amiga de mi madre que mía) pero nos vemos mucho, tenemos confianza y al comentarle que me gustaba ir a andar para hacer algo de ejercicio en seguida me propuso de ir hoy.
La verdad es que no me ha gustado mucho el paseo: por un lado, los temas de conversación eran un poco forzados e incluso ha habido varios silencios (cosa que jamás me ha pasado con una amiga, jamás). Y por otro lado, no he hecho mucho ejercicio porque hemos paseado más bien y yo quería ir a andar rapidito para hacer ejercicio. Pero bueno, un día es un día, y no está todo perdido porque hace tiempo que aprendí que siempre se puede sacar algo positivo de cualquier situación.
¿Queréis saber lo positivo de ésta?
Me he dado cuenta de que ya no tengo la necesidad de hacer a los demás tan partícipes de algo tanto como yo. Me explico: a veces me ocurre que algo me hace mucha ilusión, o he descubierto un método nuevo para algo, un sitio nuevo, un sitio horrible, lo que sea. Y entonces se lo digo a la gente que quiero o a los demás cuando surge el tema. Como por ejemplo cuando descubrí una gasolinera que estaba medio escondida en la zona industrial de mi pueblo y que tiene el combustible muchísimo más barato que el resto. O cuando me recomendaron un dentista y a parte de hacerme un destrozo se portó fatal. Me empeñé no sólo en decírselo a los demás, sino casi diría en convencerlos. Me puse tan pesada que casi les hubiera hecho jurar que a partir de aquel momento irían siempre a repostar a aquella gasolinera y que jamás pisarían la clínica dental de la que les hablé. Y lo mismo me solía pasar cuando algo me hacía mucha ilusión o me indignaba. Como cuando aprobé por fin la asignatura de Fonética Inglesa II en la carrera y daba saltos de alegría porque para mí era la asignatura más chunga de todas y no me creía capaz de aprobarla en la vida. Recuerdo que llegué a casa, se lo dije a mi madre y me cabreé porque sólo me dijo "muy bien hija, me alegro por ti". No era suficiente para mí, no entendía lo que aquello significaba. Era como si yo esperase luces, confetti, una pancarta y una orquesta en directo para celebrarlo ¡como mínimo!
Situaciones así siempre me han hecho sentir mal. Siempre me he sentido como si los demás no sólo no me comprendieran sino que no les preocuparan mis cosas.
¿Os ha pasado alguna vez?
Bueno, pues esta mañana, me he dado cuenta de que cada vez tengo más confianza en mí misma y me siento más cómoda y más a gusto disfrutando yo sola de las cosas. A ver, no es el otro extremo eh, no se trata de que ahora no comparta las cosas. Sino que simplemente muestro mi opinión y ya está. No insisto. Y sobretodo no me decepciono ni siento que no me escuchen o no le valoren mi aportación.
Esta mañana, por ejemplo, íbamos hablando de diferentes temas y yo disentía: me decía que estaba matriculada en unas clases de pilates (carisísimas para mi bolsillo: 55€ dos clases) y que no estaba contenta pero que iba a seguir pagando y a aguantar hasta septiembre porque había pagado la matrícula (20€). A ver, yo creo que si no estás contenta con algo mejor no seguir porque al final le vas a coger manía. Y vaya tontería pagar por estar a disgusto. Sobretodo cuando el precio de la matrícula no es para tanto. Que no es lo mismo perder una matrícula de 20€ que una de 300€. Pues, ella prefería seguir su plan de pagar e ir a disgusto durante casi 4 meses más. Le he propuesto también que hablara con el responsable y le explicara por qué no está a gusto. Tampoco le ha parecido buena idea. Le he comentado que conozco un gimnasio que por 35€/mes puedes ir a hacer tantas clases como quieras y disfrutar de las instalaciones: piscina, fitness, pistas de diferentes deportes, etc. Tiene amplios horarios y está en nuestra ciudad. Pues nada. Su respuesta: "ya, si eso, en septiembre me lo recuerdas". Mi pensamiento "Sí, claro. Ahora me lo apunto en la agenda!" :P
No es mala persona pero es una mujer un poco... cabezona y gruñona. Así que, menos mal que me he dado cuenta de esto a mitad del paseo, porque luego han seguido surgiendo temas de los que se quejaba y yo le podía ofrecer alternativas que a mí me han funcionado. Así que me he limitado a comentarlas en plan "pues a mí me han funcionado esto", ella a rechazarlas todas y yo a seguir caminando y disfrutando del sol y de la playa sin ofenderme ni sentirme infravalorada.
¡Qué gozada vencer tus malas costumbres y así poder disfrutar más de la vida!
Lo que más me satisface es darme cuenta una vez más de que voy evolucionando, voy aprendiendo de mis errores y corrigiendo las cosas que me hacen daño (y dependen de mí) para poder tener una mejor calidad de vida. Cada vez me conozco mejor a mí misma y sé qué cosas me funcionan, me gustan y me hacen feliz y me dedico a disfrutarlas. Yo sola. Porque son las cosas que a MÍ me van bien y no tiene porque cuadrarle a nadie más. Sólo a mí me encanta madrugar e ir a pasear por la playa mientras amanece, no tengo que convencer a nadie para que venga conmigo y se emocione lo mismo que yo. Me basta con mi compañía y mi felicidad. Esa necesidad de compartir con los demás se ha transformado en un sentimiento de disfrutar de MI vida.
¿Os suele pasar esto a vosotros? ¿Alguna vez sentís que los demás no viven las cosas igual que vosotros y eso os hace daño? ¿También tenéis amigos con problemas solucionables que parece que no quieran solucionar y sólo quejarse de ellos?