lunes, 2 de junio de 2008

Trabajos basura

Llega la época estival y aumenta la oferta de trabajos basura, sobretodo aquellos que se inician en el mundo laboral para sacarse unas pelillas en verano. Y es que la primera vez que buscas trabajo pagas muchas novatadas. Como la primera vez en todo. Recuerdo mis primeras entrevistas de trabajo: iba de tilas hasta las cejas, me vestía impecablemente, intentaba memorizar mi currículum al detalle (fechas, etc.), siempre tenía una sonrisa en los labios y aguantaba todas las tonterías de cualquier encargadillo mindundi que se creía Bill Gates. Al principio te cuelan muchas, y cuando consigues el curro ni te cuento: procuras estar siempre antes de la hora, siempre te quedas de los últimos recogiendo e incluso eres capaz de llevarte trabajo a casa con tal de que la empresa esté contenta contigo (aunque sea un trabajillo de ayudante de un ayudante creado para un estudiante a partir de 16 años, obviamente sin experiencia y que por cuatro céntimos te quita el exceso de trabajo de encima - o al menos te mantiene ordenado el lugar de trabajo y te trae el café a la mesa). A los 18 años empecé a trabajar de azafata de tierra en una línea aérea y allí sí que aprendí bastante sobre el mundo laboral en general y sobre el mundo en particular. Si sois personas sociables y os gusta la gente en general os recomiendo trabajar en un aeropuerto porque conoces a gente para todos los gustos. Eso de cara al público, pero entre los trabajadores era un salvesequienpueda porque muchos intentaban destacar pisando tu trabajo y o te espabilabas o te comías los marrones. Yo aprendí a espabilarme, a sacar un poco de mi genio fuera de casa y sobretodo gané en autoestima porque aprendí a valorarme. Tres años después y a pesar de que me gustaba el trabajo lo dejé por mis estudios. No sé si –como en otras muchas cosas- fue la educación que reimpartieron mis padres o fue algo que yo no entendí correctamente pero desde que entré en el mundo laboral tenía el concepto de que cuando alguien te daba trabajo te estaba salvando la vida y le tenías que estar agradecido eternamente y demostrárselo a diario. Por suerte descubrí que todo esto no era cierto el día en que en un trabajo vino el encargado y me dijo que no hacía falta que volviera al día siguiente porque ya no me necesitaban. Me indigné un montón y recuerdo haber estado discutiendo con mis padres durante horas mi gran cabreo y mi ofuscación por ser tratada como un número y no como una persona: yo me había portado como la empleada del mes a diario y en el caso de que quisiera abandonar debía avisarles con quince días de antelación y ellos podían echarme a la calle sin dar ni una explicación de un día para otro. Fue uno de aquellos momentos injustos que todos pasamos a veces. Me consumía la impotencia. Después de aquello estuve un tiempo sin trabajar debido a mi horario de clases en la universidad y la siguiente vez que busqué trabajo me lo tomé de otra manera. Fui a las entrevistas con más cautela y les hice todas mis dudas respecto a su oferta (sobretodo quería saber si volverían a echarme cuando ya no me necesitasen sin previo aviso). Recuerdo una serie de entrevistas que empecé a hacer en unas semanas (si os digo que me chupé unas 10-12 en una semana no exagero), eran entrevistas sobre trabajos que no eran de mi gremio: yo estudiaba para ser profesora pero las entrevistas eran del mundo de la administración (teleoperadora, auxiliar administrativa, recepcionista, etc.). La mayoría puestos para personas que no necesariamente tuvieran experiencia pero que dominaran el paquete Office, tuvieran buen trato con el público y hablarán Inglés sobretodo. Bueno, a lo que iba, durante una de estas entrevistas tuve un momento de revelación y vi la luz: recuerdo que éramos unas cuatro o cinco chicas reunidas con una seleccionadora que a pesar de tener nuestro currículum en las manos nos lo preguntaba todo de arriba abajo. Estábamos allí por una oferta de teleoperadora en la que habían remarcado que no hacía falta experiencia y que había variedad de turnos a nuestra disposición. Cuando todas terminamos de exponer nuestras vidas ella empezó a comentarnos que se trataba de atender llamadas “a lo páginas amarillas” y que tendríamos a nuestra disposición un sistema que prácticamente nos buscaría las cosas solas. Añadió que para aprender el sistema tendríamos que atender obligatoriamente a una fase de formación de 15 días en horario únicamente de mañanas la cual no estaba remunerada. Si pasábamos esta fase de selección empezaríamos a trabajar seis días a la semana en turnos rotativos de 7h cada uno y cobraríamos lo que entonces eran unas 60 mil pesetas. Dicho esto, nos pidió que rellenásemos sus formularios de currículum y otras hojas más de papeleo, que les entregásemos unas fotos y que si estaban interesados se pondrían en contacto con nosotras. No sé si alguna vez os ha pasado algo parecido pero yo en aquel momento sentí que se estaban aprovechando de mí, que era idiota tan sólo por haberles aguantado el rollo entero y que cómo podían existir situaciones así en la vida. Me sentía impotente e incrédula al mismo tiempo. Cuando la seleccionadora se acercó a darme los papeles le di las gracias por su tiempo y le dije que tenía que marcharme ya. Cuando ya estaba en pie me miró desafiante y me dijo que si no rellenaba los papeles no habría servido de nada que hubiera asistido a la reunión y que no mostrarían interés alguno por mí. Estaba apunto de sonreírle y marcharme pero por una vez no lo hice; la miré a los ojos y le dije que en ningún momento nos había preguntado a nosotras si estábamos interesadas, que un trabajo es un negocio (un intercambio de tiempo por dinero), que no nos estaba haciendo un favor, que era un trato de igual a igual, que una empresa que te pedía un currículum y te hacía cantarlo en voz alta para luego rellenar el suyo no tenía mucho que aportarme y que para la próxima le aconsejaba que no menospreciara el tiempo de las demás personas haciéndoles sentir a prueba ante un trabajo del que ni siquiera habían publicado las condiciones y para colmo que tuvieran un poco de cabeza al pensar que las personas que buscaban un trabajo de tardes es porque no tenían disponibilidad por las mañanas ni para formación ni para rascarse la barriga. Salí de aquel lugar y me sentí como una Diosa, mi madre me esperaba en una cafetería cercana y cuando me vio y me preguntó si se habían interesado por mí me sentí en las nubes cuando le dije que era yo la que no sentía interés por ellos. En cuanto cerré la boca me esperaba una reprimenda, pero después de contarle todo con detalle me sorprendió mostrándose orgullosa de mí.

Todo esto me ha venido a la cabeza hace unos días que leía las ofertas de Infojobs que llegan a mi correo a diario. Actualmente no estoy trabajando. Estoy a la espera de que me llamen de una bolsa de trabajo para la que he estado toda la vida preparándome, así que pensé que igual podía coger algún curro por las tardes. Vi una oferta de una famosa cadena de grandes almacenes que tiene una vacante en el apartado de cine y me ilusioné con ello. Pero antes de enviar el currículum me puse a investigar por la red, y menos mal. Todo lo que he encontrado son quejas de gente que ha trabajado o trabaja para ellos. Cuentan que el sueldo es una miseria, que aunque te pidan 5 horas por contrato te obligan a hacer 6 en la práctica, que la formación es pésima o nula, que la gente de dentro vive según la ley del más fuerte a ver quién trepa más alto y que el turno te lo cambian cuando les rota bajo cualquier excusa (que conste que hablo sobretodo de los contratos por obra y servicio que se hacen para el personal de apoyo en ciertas épocas). Pero lo que más gracia me hizo es algo que me he dado cuenta que está de moda últimamente en las técnicas de selección de candidatos a un puesto de trabajo: las preguntas rollo “¿qué crees que puedes aportar a la empresa?”. ¡¡¡Pero qué se piensan que vas a aportar a una empresa trabajando de reponedora!!! Bueno, eso y cuando te preguntan cuánto quieres cobrar para descubrir si te valoras lo suficiente o no. O como cuando les da por hacerte preguntas sobre tus trabajos anteriores… Tengo un amigo que es mi ídolo: fue a una entrevista para trabajar de dependiente a tiempo parcial en una tienda de jardinería. Él había estado trabajando en La Caixa pero tuvo que dejarlo por cuestiones de estudios y se buscó este curro para sacarse unas pelillas, entonces el entrevistador le preguntó cuánto cobraba en su trabajo anterior y cuando el respondió una cifra de esas que matarías por envidia (real pero envidiable), ni corto ni perezoso añadió “¿Y cuánto cobra usted en este trabajo?”. Cuando me lo contaba me quedé atónita y supuse que no le habría contestado pero me contó que le respondió una cifra como la mitad que le había dicho él. Así que después de esto, tiré a la basura el correo de Infojobs y me sentí muy bien conmigo misma por no venderme a cualquier precio. Quiero añadir que hay situaciones en la vida que te obligan a aceptar cualquier cosa para sobrevivir, pero yo en este post no me refiero a esas situaciones.

2 comentarios:

Dita Ciccone dijo...

pues sí, a base de tortas se va aprendiendo. Yo también me quiero dedicar a la educación, y mientras pago facturas...
caso B: Empiezo en un trabajo con dos semanas de curso remunerado, a sabiendas que no me iba a quedar, lo termino, y me voy, cobrando esas 2 semanitas de no hacer nada (para compensar otras putadas que nos han hecho y nos hacen las empresas, que se creen que somos idiotas) Deuda saldada.
PD. Entre eso, y que estoy leyendo tu blog en horas de oficina ,más el bocata que me voy a bajar a comer al bar en breve... más que saldada!!!
Un besito

Britanny dijo...

Jajaja! Di que sí, trabajos hay a montones y no hay que amargarse por ninguno. Está claro que muy pocos son realmente placenteros pero por eso le llaman trabajo y no placer. Suerte, que hay gente que sabe tomárselo de la mejor manera como tú que no te privas de pequeños placeres en la ofi ;)

Besines!