"Dos vegades BO vol dir BOBO"
Sorry, pero es que me la dijeron así en catalán, pero vamos creo que se entiende que tampoco somos tan complicaos como nos pintan a los catalanes ;)
Paranoias y pensamientos de una neurótica común
"Dos vegades BO vol dir BOBO"
Sorry, pero es que me la dijeron así en catalán, pero vamos creo que se entiende que tampoco somos tan complicaos como nos pintan a los catalanes ;)
El pájaro del que voy a hablar es el búho. El búho no ve de día y de noche es más ciego que un topo. No sé gran cosa del búho, así que seguiré con otro animal que voy a elegir: la vaca.
La vaca es un mamífero. Tiene seis lados: el de la derecha, el de la izquiera, el de arriba, el de abajo. El de la parte de atrás tiene un rabo, del que cuelga la brocha. Con esta brocha se espantan las moscas, para que no caigan en la leche. La cabeza sirve para que le salgan los cuernos y, además, porque la boca tiene que estar en alguna parte. Los cuernos son para combatir con ellos. Por la parte de abajo tiene la leche. Está equipada para que se la pueda ordeñar. Cuando se le ordeña, la leche viene y ya no para. ¿Cómo se las arregla la vaca? Nunca he podido comprenderlo, pero cada vez sale con más abundancia.
tener en cuenta su opinión. Ejemplo práctico: cuando mi madre intenta opinar sobre mi trabajo o mi relación de pareja o una amiga que hace tiempo que no veo intenta hacerme creer que me conoce mejor que yo misma). También he logrado hacer una lista mental de la gente que realmente me importa de mi alrededor y la que está a mi alrededor por circunstancias pero que no me importa tanto. Ya ni me preocupo de lo que digan o hagan los segundos.
Ahora seguro que se siente obligado a mantener el ritmo de actualización y temática del blog". Y entonces me siento aliviada de ser una tía cualquiera que tiene un blog personal sin temática concreta y que escribe de lo que le da la gana sin presiones por si un día no publica un post o por si lo publicado no gusta a sus lectores. Pues eso, que no me entiendo ni yo, que soy una neurótica declarada. Dice la RAE "Neurosis: enfermedad funcional del sistema nervioso caracterizada principalmente por inestabilidad emocional". Lo dicho, soy un saco de contradicciones. Tengo mis días buenos y mis días malos como todos y al final me lo paso bien en este rinconcito del cyberespacio. Al fin y al cabo me lo tomo como si fuera una de esas libretas de tantas en las que escribo todo lo que se me pasa por la cabeza, sólo que aquí queda más bonito con fotos y colores y cuando alguien pasa por aquí y me dice que le ha gustado me regala una sonrisa. Sienta bien no sentirse una marciana y conocer a otros neuróticos ;)
Siempre queda el amor (Hope Floats)
"¿Por qué no lo olvidas y sigues con tu vida? No importa lo que hayas hecho en el pasado ni lo que creas que puede pasar en el futuro, sólo importa el momento presente. No tiene sentido hacer esto si no disfrutas de la experiencia, ¿y sabes qué? Cuando menos lo esperes puede aparecer algo fantástico, mejor de lo que habías planeado nunca".
Y entonces llegó ella
"Cuando uno trata de planear su vida, la está limitando; pero si dejas que la
vida te muestre lo que quieres ser, se abren puertas que no sabías que existían".
Tortilla Soup
A continuación os pongo el contenido de uno de esos Powerpoints que se mandan en cadena y que te hacen sonreír. Normalmente no suelo abrirlos porque hay gente que realmente se pasa tres pueblos y te satura el correo, pero hay otras personas que sólo me los envían cuando realmente son buenos. Éste en concreto me gustó tanto que incluso lo imprimí y lo pegué en mi habitación para tenerlo a la vista cuando pierda un poco el norte. Yo por ejemplo hay dos en concreto que debería grabarmelas a fuego o algo...Espero que os guste:20 LECCIONES PARA LOGRAR UNA BUENA CALIDAD DE VIDA
1)HAGA una pausa de mínima de 5 a 10 minutos por cada 2 horas de trabajo,
Piense... Reflexione... Practique...
COMO PROLONGAR LA VIDA
Cuando te vas haciendo mayor vas alcanzando muchas de esas cosas con las que soñabas de pequeño: irte a dormir a la hora que te de la gana, no tener toque de queda para volver, tener tu propio dinero para comprarte cosas, no tener la entrada restringida por la edad, etc. Pero hacerse mayor no es todo beneficios, también tiene su parte amarga. Cuando iba al instituto tenía tiempo de ir a clase, hacer los deberes, salir, quedar con mis amigas, ver la tv, estar con mi familia y mil cosas más. Ahora apenas tengo tiempo de ducharme a veces y si quiero algo de tiempo para mí (como por ejemplo para ver la tv) casi me lo tengo que apuntar en la agenda como una más de mis “obligaciones”. Aquellas amigas a las que veía dos o tres veces por semana a parte de en el insti ahora paso meses sin saber de ellas. Por otro lado antes cuando iba al colegio o al instituto estaba rodeada de compañeros que de vez en cuando me pasaban los apuntes y de profesores que siempre estaban ahí cuando los necesitabas. Todo eso desapareció cuando llegué a la universidad, pedirle apuntes a alguien era como pedirle un riñón en algunos casos, te miraban con cara de “me estás pidiendo algo muy valioso, sabes?”. Y los profes sólo estaban en sus horas de visita y sólo se preocupaban de lo que habían dicho en clase, nada que decir al respecto si tus problemas con su asignatura eran más profundos o si necesitabas más nociones porque te encontrabas muy perdido, como mucho te subrayaban dos o tres autores de la bibliografía y eso ya era un gran favor que te estaban haciendo. Por supuesto tengo que decir que siempre hay excepciones en todo, pero hoy quiero centrarme en lo que por desgracia más se encuentra uno en esta vida. Bueno, el tiempo pasó y al salir de la universidad hice un máster, ¿qué puedo contaros? Me sentí fatal. Éramos sólo once chicas en clase y aquello era toda una selva, a ver quién tenía mejores notas, se había leído más libros de la bibliografía recomendada (recomendada!!) o se había pasado más horas sin dormir el fin de semana adelantando material. Me costó asumir la situación de no encontrar nada de compañerismo, de que todo fuera una competición y de no saber los nombres de algunos diseñadores que al parecer eran lo más fashion del momento. La verdad es que me dio pena pensar que a partir de ahora el mundo real (laboral) fuese a ser así de selvático. Aquello fue un gran
desengaño, pero sobreviví, sobretodo porque no paré de repetirme que sólo serían unos meses. La cuestión es que cuando te haces mayor te pasan cosas o te vuelves consciente de algunas cosas que antes no ocurrían: de repente todo el mundo se ha vuelto egoísta y mira por sí mismo y tú eres la única idiota que sigue mirando por los demás. Esa es una de las grandes decepciones que llevo arrastrando desde los últimos años y que me cuesta horrores aceptar. Sé que en el mundo todavía queda gente buena, que hace las cosas movida por el corazón y no por el interés pero cada vez me cuesta más repetirme eso y creérmelo. Este año, por ejemplo, no envié ni un solo mensaje de navidad porque no estaba de humor. Por un lado estaba bastante triste por un tema familiar y por otro me decidí a hacer la prueba: yo soy de esas personas que manda mensajitos a todo el mundo, a los de siempre y a los que hace siglos que no sé nada, pero no mensajes en cadena que odio que me envíen (tan impersonales…); yo mando mensajitos personalizados a cada persona y normalmente la mayoría me responden, a veces con una especie de “igualmente”, a veces también de forma personalizada y otras con un mensajito bonito de los que se envían en cadena. Pues este año sólo he recibido tres mensajes, y uno no sé de quién era. Me quedé bastante decepcionada. Sé que hay algunos de mis amigos que son un desastre y a esos no los cuento pero hay otras personas para las que yo siempre he estado ahí que cada vez me hacen sentir más decepcionada. Yo sé que cada uno tiene su forma de ser, yo por ejemplo soy una persona muy detallista, cuando alguien está atravesando un mal momento con un familiar enfermo, tiene algún evento importante o está en una de esas rachas de bajón que a veces nos dan a todos yo suelo ser de esas personas que va llamando de vez en cuando sólo para saber cómo está la otra persona, cómo le fue el examen, cómo está su familiar, o cómo se ha levantado hoy. Tengo todos los cumpleaños memorizados en la agenda del móvil (aunque muchos los recuerdo mentalmente) y siempre envío un mensajito, un mail o hago una llamada energética por la mañana para desear un buen día. En fin, que soy de esos bichos raros que llama sólo para ver qué tal está la otra persona, sin ningún otro motivo y con un interés real pero lo cierto es que me siento tan decepcionada que estoy cambiando mi forma de ser. Cada vez restrinjo más el número de personas, de detalles y de llamadas. Me siento muy idiota cuando me doy cuenta de que yo siempre estoy “ahí” y nunca veo nadie a mi lado. Tengo a mi chico, a mi familia y a un par de amigos que siempre están pero es muy triste darse cuenta de que hay “amistades” si es que se las puede llamar así que se mantienen porque yo tiro de ellas. Me doy cuenta de que si yo no me pongo en contacto, el contacto se pierde y hace tiempo que he decidido no dar más pasos. El que venga siempre será bien recibido pero me estoy cansando de ser tan tonta a veces. He hablado de este tema con algunas personas y todas me dicen que es algo que nos pasa a
todos, que no soy yo sola y que la vida es así, que es triste pero así se mueve el mundo. Algunos me recomiendan que no cambie y que haga las cosas por mí porque quiero hacerlas y no por esperar nada a cambio, otros en cambio me recomiendan que aprenda de mis errores y que me dedique a devolver llamadas y no a realizarlas yo. Creo que al fin y al cabo ambos consejos convergen porque lo cierto es que aunque yo sea una persona detallista y cariñosa ya no me apetece tener detalles con algunas personas. La verdad es que es muy triste que el mundo sea así, pero cada vez siento más certero eso que dicen de que la vida es una jungla en la que o pisas o te pisan. Todavía no he aprendido a pisar, me siento mal cuando actúo de forma egoísta –como hacen ellos- pero creo que voy a tener que poner todo mi empeño en aprender porque no estoy dispuesta a que me sigan pisando. ¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis tenido alguna vez la misma sensación del egoísmo de los otros?
"No te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella". A veces alguien te dice algo que suena a tontería o a broma, pero como decía Freud “las bromas no siempre son bromas” ;)
Me encanta la serie de Frasier, he visto todos los capítulos (y tiene 11 temporadas!). Es una de esas series refrescantes que duran 20-25minutos y que te hacen pasar un buen rato a la vez que te distraen. Podría citar montones de frases míticas de la serie, pero de todas ellas me impactó una que pronunció el personaje que hace de padre de Frasier, Martin Crane:"Lo cierto es que cuando envejeces no te arrepientes de tus fracasos, ni de las veces que hiciste el ridículo, sino de las veces que ni lo intentaste simplemente porque no tuviste valor”.
Todos hemos oído alguna vez todo tipo de leyendas acerca del mundo del cine: que si la muerte de Brandon Lee fue provocada, que si en el rodaje de Tres solteros y un biberón había un fantasma y en algunas escena se puede ver la figura del mismo, que si tantas y tan horribles fueron las muertes que rodearon a los miembros del rodaje de Poltergeist, etc. Pues bien, navegando por ahí he encontrado esta web que si bien no explica que hay de cierto y de ficción en todas las leyendas del mundo del cine si que nos aclara muchas de ellas. ¡Qué la disfrutéis!
Vivimos en una sociedad en la que el trabajo esta sobrevalorado. Hemos llegado a un punto en que el trabajo llega a veces a confundirse con nuestra identidad. Dependiendo del tipo de trabajo que tengamos se supone que somos de una clase u otra de personas y que merecemos más o menos respeto que otro que desempeña otra tarea. Parece que no hemos evolucionado tanto como pensamos cuando echamos la vista atrás al siglo pasado y observamos cómo de importante era un abogado, un médico o un notario en aquellos tiempos. Pues a veces pienso que los tiempos no han cambiado tanto ya que hoy en día la entonación cambia notablemente en función de la profesión que mencionamos: médico, bombero, limpiadora, teleoperador, abogada, jardinero, albañil, electricista, notario, etc. Y ni que decir tiene cuando asintiendo con la cabeza como para darle importancia hablando de alguien decimos “trabaja en un banco”. ¿Es que tiene más derecho a ser respetado, a vivir o a tener una calidad de vida digna un médico que un albañil? Lamentablemente a veces por nuestra forma de hablar lo parece. Veneramos ciertas profesiones, normalmente las mejor pagadas, como si se tratara de semidioses a los que les debiéramos algo. No lo entiendo. En mi opinión, todas las profesiones son distintas, sólo eso:
distintas. Puede que existan profesiones mejores o peores por las condiciones que la sociedad les ha otorgado en cuanto a sueldo u otras condiciones laborales pero todas (o casi todas) son necesarias y forman parte de nuestro sistema. A veces pensamos que un abogado es más que un electricista cuando un electricista es necesario a menudo en la mayoría de hogares mientras que hay personas que en la vida hacen uso de los servicios de un abogado. Cierto es que hay trabajos que suscitan más nuestra admiración como cuando un médico o un bombero le salva la vida a otra persona por ejemplo. De acuerdo, es digno de admirar, pero al fin y al cabo sólo están poniendo en práctica los conocimientos que adquirieron para desempeñar su tarea, la tarea que ellos eligieron. ¿Por qué entonces existe ese desprestigio social hacia las personas por su trabajo? ¿Por qué en las reuniones de padres se mira diferente a la mamá directora de marketing que a la mamá peluquera? ¿Acaso no son las dos mamás y están ahí por la misma causa? ¿No se enfrentan a diario a los mismos temores y dudas en la educación de sus hijos? ¿Es que a una le duele más que a la otra lo que le pueda ocurrir a su hijo? No. Las dos están ahí preocupándose de lo mismo, porque es otro rol: el rol de mamá. Cuando se está desempeñando el rol de mamá en una situación determinada no se debe tener en cuenta el puesto de trabajo. Sin embargo, lamentablemente seguimos confundiendo roles y lo que es peor: hacemos que nuestro
trabajo sea sinónimo de nuestra identidad. ¿Por qué sino la mayoría de personas atribuyen mentalmente el adjetivo “vago” a alguien que les comenta que está en paro? Esto pasa eh (no siempre, de acuerdo) pero pasa más veces de las que nos gustaría. Somos juzgados y medidos por nuestra profesión o por nuestra nómina. Cuando oímos hablar de alguien que trabaja diez horas diarias para pagar la hipoteca y que además saca tiempo para estar con su familia, tomar un café con los amigos e ir al gimnasio los miércoles tenemos la sensación de que es una persona muy útil, muy válida, digna de admiración y respeto. Decimos “pobrecillo/a” pero en el fondo pensamos que hace bien, que está haciendo lo correcto. Por el contrario cuando nos cuentan que existen personas que trabajan doce horas diarias durante cuatro o seis meses al año y que con ello son capaces de pagar la hipoteca todo el año y disfrutar del resto de meses dedicándose a viajar, a descansar o a sus hobbies solemos pensar que se trata de vagos, irresponsables, inmaduros, etc. Decimos “¡qué suerte! ¡qué afortunado/a! ¡ojalá yo también pudiera hacerlo!” pero en el fondo nosotros no lo haríamos porque pensamos que eso no está bien, no es lo correcto. Incluso a veces pensamos que esa persona está malgastando su vida o que en un futuro se arrepentirá de ello. No lo vemos
bien porque no es lo habitual, no es lo estipulado. Tampoco nos paramos a pensar si la primera persona vive en un piso de 120 m2 con cuatro habitaciones, trastero, párking y dos coches y la segunda vive en un piso de 50 m2 con dos habitaciones y cocina americana, con un coche de más de doce años y los zapatos de hace tres temporadas. Pero lo más importante, nunca nos paramos a pensar si a pesar de que a nuestro juicio ambas hagan bien o mal, son felices. Puede que la segunda persona que tiene más tiempo para disfrutar de la vida (aunque con menos bienes materiales y un piso más pequeño) sea más feliz que la primera, a pesar de que la primera esté haciendo lo correcto, lo normal. Puede también que la primera persona sea más feliz porque se siente más realizada al llevar a cabo más responsabilidades con éxito. O incluso puede que ambas sean felices a su manera. Pero no pensamos en estas cosas, tan sólo pensamos en que una tiene un buen trabajo y la otra lleva una vida bohemia (con tono despectivo o envidioso) como recriminándole por haberse salido del estándar social.
Eso es algo que me pregunto a menudo sobretodo cuando me doy cuenta de la cantidad de tiempo que invertimos las chicas que nos sobran unos kilillos en intentar deshacernos de ellos. Nos pasamos la vida probando dietas, leyendo revistas y demás, haciéndonos planings de ejercicio, buscando tienda tras tienda ropa de nuestra talla que no nos haga parecer diez años mayores por ser de nuestra talla, probándo mil y un truquitos que encontramos por ahí para deshacernos del michelín-flotador, de la celulitis o de las cartucheras, etc. Yo, por ejemplo, me paso horas y horas diseñando menús, listas de la compra y tablas de ejercicios semanales. Hace tiempo que renuncié del mundo de las dietas porque pienso que para perder peso es absurdo seguir una dieta que aunque tengas dos dedos de frente para elegir una saludable luego cuando la terminas recuperas todo lo perdido. Hace años me di cuenta de que uno de mis problemas era que no sabía comer, así que cambié mis hábitos alimenticios por otros más saludables y no sólo lo noté en mi salud sino también en mis digestiones y en la báscula. El problema es que hay algunas chicas que por mucho que nos cuidemos y miremos con lupa todo lo que comemos tenemos más tendencia a engordar que otras. Recuerdo que cuando iba al insti yo me llevaba un sandwich de pan de molde y un zumito y se me caí la baba al ver cómo mi delgadísima compañera de mesa se fundía casi media barra de medio y un cacaolat a
diario y la tía seguía sin conservar ni un ápice de grasa en su cuerpo. ¡Qué envidia! Hoy en día, he aprendido a aceptarme a mí misma pero sigo intentando deshacerme de algunos kilillos a toda costa. Para ello suelo apuntar lo que como cada día porque es una manera de "controlarme" y luego darme cuenta de lo que he hecho y no de lo que creo que he hecho. A veces tienes la sensación de que has estado toda la semana comiendo bien y cuando la báscula te sorprende echas un vistazo a la libretita y encuentras la sorpresa que te tenía guardada la báscula (esos caprichitos de los de "por uno no pasa nada"). Pero la cuestión que me lleva a escribir todo esto es que yo me paso media vida preocupada por perder esos kilillos y para ello invierto horas de investigación (Google mayormente), horas de contrastación de información con otras expertas (debate sobre éxitos y fracasos de algunas dietas y ejercicios con las amigas), horas de preocupación (las comeduras de olla que me llevo a veces conmigo misma), horas de análisis y conclusión (ese vistazo y esa toma de conciencia con el mundo real de mi libreta), etc. Y a veces pienso: si estuviera delgada y no me preocupara tanto esto, ¿qué estaría haciendo?. Es más, ¿a qué dedican el tiempo las chicas delgadas?. Por supuesto, que sé que nadie está a gusto con lo que tiene y que hay chicas que están delgadas y que también se preocupan por su cuerpo de otra manera, pero sinceramente pienso que son una minoría. Sólo hay que echar un vistazo al mundo de la publicidad, la tv y las revistas que nos bombardean a diario tratando de vendernos productos milagro, dietas secretas de estrellas de Hollywood, aparatos de gimnasia pasiva o los cada vez más demandados tratamientos de estética