miércoles, 21 de mayo de 2008

El egoísmo ajeno

Cuando te vas haciendo mayor vas alcanzando muchas de esas cosas con las que soñabas de pequeño: irte a dormir a la hora que te de la gana, no tener toque de queda para volver, tener tu propio dinero para comprarte cosas, no tener la entrada restringida por la edad, etc. Pero hacerse mayor no es todo beneficios, también tiene su parte amarga. Cuando iba al instituto tenía tiempo de ir a clase, hacer los deberes, salir, quedar con mis amigas, ver la tv, estar con mi familia y mil cosas más. Ahora apenas tengo tiempo de ducharme a veces y si quiero algo de tiempo para mí (como por ejemplo para ver la tv) casi me lo tengo que apuntar en la agenda como una más de mis “obligaciones”. Aquellas amigas a las que veía dos o tres veces por semana a parte de en el insti ahora paso meses sin saber de ellas. Por otro lado antes cuando iba al colegio o al instituto estaba rodeada de compañeros que de vez en cuando me pasaban los apuntes y de profesores que siempre estaban ahí cuando los necesitabas. Todo eso desapareció cuando llegué a la universidad, pedirle apuntes a alguien era como pedirle un riñón en algunos casos, te miraban con cara de “me estás pidiendo algo muy valioso, sabes?”. Y los profes sólo estaban en sus horas de visita y sólo se preocupaban de lo que habían dicho en clase, nada que decir al respecto si tus problemas con su asignatura eran más profundos o si necesitabas más nociones porque te encontrabas muy perdido, como mucho te subrayaban dos o tres autores de la bibliografía y eso ya era un gran favor que te estaban haciendo. Por supuesto tengo que decir que siempre hay excepciones en todo, pero hoy quiero centrarme en lo que por desgracia más se encuentra uno en esta vida. Bueno, el tiempo pasó y al salir de la universidad hice un máster, ¿qué puedo contaros? Me sentí fatal. Éramos sólo once chicas en clase y aquello era toda una selva, a ver quién tenía mejores notas, se había leído más libros de la bibliografía recomendada (recomendada!!) o se había pasado más horas sin dormir el fin de semana adelantando material. Me costó asumir la situación de no encontrar nada de compañerismo, de que todo fuera una competición y de no saber los nombres de algunos diseñadores que al parecer eran lo más fashion del momento. La verdad es que me dio pena pensar que a partir de ahora el mundo real (laboral) fuese a ser así de selvático. Aquello fue un gran desengaño, pero sobreviví, sobretodo porque no paré de repetirme que sólo serían unos meses. La cuestión es que cuando te haces mayor te pasan cosas o te vuelves consciente de algunas cosas que antes no ocurrían: de repente todo el mundo se ha vuelto egoísta y mira por sí mismo y tú eres la única idiota que sigue mirando por los demás. Esa es una de las grandes decepciones que llevo arrastrando desde los últimos años y que me cuesta horrores aceptar. Sé que en el mundo todavía queda gente buena, que hace las cosas movida por el corazón y no por el interés pero cada vez me cuesta más repetirme eso y creérmelo. Este año, por ejemplo, no envié ni un solo mensaje de navidad porque no estaba de humor. Por un lado estaba bastante triste por un tema familiar y por otro me decidí a hacer la prueba: yo soy de esas personas que manda mensajitos a todo el mundo, a los de siempre y a los que hace siglos que no sé nada, pero no mensajes en cadena que odio que me envíen (tan impersonales…); yo mando mensajitos personalizados a cada persona y normalmente la mayoría me responden, a veces con una especie de “igualmente”, a veces también de forma personalizada y otras con un mensajito bonito de los que se envían en cadena. Pues este año sólo he recibido tres mensajes, y uno no sé de quién era. Me quedé bastante decepcionada. Sé que hay algunos de mis amigos que son un desastre y a esos no los cuento pero hay otras personas para las que yo siempre he estado ahí que cada vez me hacen sentir más decepcionada. Yo sé que cada uno tiene su forma de ser, yo por ejemplo soy una persona muy detallista, cuando alguien está atravesando un mal momento con un familiar enfermo, tiene algún evento importante o está en una de esas rachas de bajón que a veces nos dan a todos yo suelo ser de esas personas que va llamando de vez en cuando sólo para saber cómo está la otra persona, cómo le fue el examen, cómo está su familiar, o cómo se ha levantado hoy. Tengo todos los cumpleaños memorizados en la agenda del móvil (aunque muchos los recuerdo mentalmente) y siempre envío un mensajito, un mail o hago una llamada energética por la mañana para desear un buen día. En fin, que soy de esos bichos raros que llama sólo para ver qué tal está la otra persona, sin ningún otro motivo y con un interés real pero lo cierto es que me siento tan decepcionada que estoy cambiando mi forma de ser. Cada vez restrinjo más el número de personas, de detalles y de llamadas. Me siento muy idiota cuando me doy cuenta de que yo siempre estoy “ahí” y nunca veo nadie a mi lado. Tengo a mi chico, a mi familia y a un par de amigos que siempre están pero es muy triste darse cuenta de que hay “amistades” si es que se las puede llamar así que se mantienen porque yo tiro de ellas. Me doy cuenta de que si yo no me pongo en contacto, el contacto se pierde y hace tiempo que he decidido no dar más pasos. El que venga siempre será bien recibido pero me estoy cansando de ser tan tonta a veces.

He hablado de este tema con algunas personas y todas me dicen que es algo que nos pasa a todos, que no soy yo sola y que la vida es así, que es triste pero así se mueve el mundo. Algunos me recomiendan que no cambie y que haga las cosas por mí porque quiero hacerlas y no por esperar nada a cambio, otros en cambio me recomiendan que aprenda de mis errores y que me dedique a devolver llamadas y no a realizarlas yo. Creo que al fin y al cabo ambos consejos convergen porque lo cierto es que aunque yo sea una persona detallista y cariñosa ya no me apetece tener detalles con algunas personas. La verdad es que es muy triste que el mundo sea así, pero cada vez siento más certero eso que dicen de que la vida es una jungla en la que o pisas o te pisan. Todavía no he aprendido a pisar, me siento mal cuando actúo de forma egoísta –como hacen ellos- pero creo que voy a tener que poner todo mi empeño en aprender porque no estoy dispuesta a que me sigan pisando. ¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis tenido alguna vez la misma sensación del egoísmo de los otros?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello,

lo del master, menuda gente no? Esta bien currartelo, pero a esos niveles de competitividad extrema...

Lo de los mensajillos, no creo que sea una cuestión de mandarlos o no (es decir de todo o nada), sino de mándalos sólo a la gente que te apetezca y cuando te apetezca , no por obligación si no lo mandas veras que no es grave tpco , que no pasa nada xD (a no ser que sea algo muy claro en el que se vea que hay que mandarlo, una enfermedad etc, , ). Yo lo intento así , vaya , aunque cueste.

En el último parrafo, creo que uno tiene que estar en su sitio, es decir, no dejarte pisar por nadie. Ahora, no por ello tienes que pisar a la gente y convertirte en egoista. puedes seguir siendo tú, pero defenderte cuando te ataquen. Aunque es complicado. Volvemos a que no se trata del todo o nada, la gente tb tiene sus momentos y sus momentos, aunq tb es verdad que hay hijoputas pisadores natos.

NO te vuelvas una hijaputa, que aunque hay muchos así, todavía hay bastante gente que se mueve por otros derroteros, depende tb de los circulos en que te muevas, aunq en realidad, en todos te puedes encontrar de todo.. Bueno, no sé si esto te sirve.
Yo en verano me voy a la india, a ver si me empapo de un poco de aquello y lo traigo a este mundo occidental, que está un poquito podrido.




Un besote.

Pd: son 80 euros la sesión.xd

Britanny dijo...

Jajaja gracias por la terapia! Supongo que todo está en algo que tú mismo dices "no se trata de todo o nada" pero eso en mí es muy chungo pq soy una extremista de cuidado (involuntariamente pero es así). Por más que intento hallar el gris me paso o no llego...

En fin, al fin he decidido pensar en mí y hacer lo que quiero y me apetece pasando de actuar por compromiso. Sé que eso me acarreará algunos problemillas como una reputación de borde, antisocial o egoísta. Pero mira, al menos de este modo yo estaré en paz conmigo misma sin hacer las cosas por fastidiar y sin convertirme en una hijaputa como tú bien dices. No se puede actuar a gusto de todos así que me ceñiré al mío y que se quejen los demás (que escuchar mis quejas mentales es más taladrante). Gracias por pasarte por aquí y dejar tu opinión, siempre me hace ilusión cuando alguien se da un paseo y deja huella.

Besos y cuando vuelvas de la India pásate otro rato y me cuentas, me encanta la cultura oriental ;)

Dita Ciccone dijo...

la gente es... bueno, en realidad me encanta la gente, pero observarla e interactuar de modo superficial. Porque cuando das demasiado te crecen los enanos... Algo así como "la economía de la amistad" pongo yo en práctica. Para evitar males mayores. Ojo a la cuenta: 8 días de la semana ,5 currando, llegando a las mil. Dos libres, para ti, tu pareja ,tu familia, tu mascarilla, tu cera en las piernas, tu libro y tus pelis... ¿te crees que hay tiempo para aguantar gilipolleces? pues no, las justas...
Un besazo, ánimo, te leo...